miércoles, 8 de abril de 2015

Tres semanas en Kurdistán

En un campo de refugiados yazidies, cerca de la ciudad de Diyarbakir -Amed para el pueblo kurdo-
Por Juan Carlos Beica

Algunas conclusiones de mi viaje, como integrante de Convergencia Socialista y el Comité por Kurdistán de Buenos Aires -junto a compañeros brasileros del MRS y el Comité de Porto Alegre- a Kurdistán, entre el 13 de marzo y el 3 de abril de 2015.

Los veinte días que pasé Kurdistán han sido más que suficientes para ratificar algunas de las conclusiones realizadas por mi compañera María Álvarez, que además de haber recorrido -durante noviembre y diciembre de 2014- diferentes ciudades y campos de refugiados kurdos, trabajó como brigadista sanitaria en el hospital de Kobane los días anteriores a su liberación.

En ese sentido, más allá de las diferencias y críticas que tengo con ciertas políticas y orientaciones del PKK y sus organizaciones hermanas, este viaje me ha servido para reafirmar la necesidad de redoblar el apoyo a la lucha del pueblo kurdo contra el fascismo, representado por las bandas del Estado Islámico, que están siendo apoyadas por Turquía y un sector del imperialismo.

¡Es que si ellos y ellas triunfan, constituirá una victoria de todos los que luchan por la defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas, por lo tanto una derrota de los regímenes más reaccionarios! El retroceso del fascismo repercutirá en todo Medio Oriente, abriéndoles una luz de esperanza a los pueblos de esta región, que verán a las milicias de YPG e YPJ como un ejemplo de lucha y una alternativa de dirección.  

Regreso con renovadas fuerzas para contar la experiencia del Newroz… ¡Millones de kurdos y kurdas agitando sus canciones y consignas reivindicativas, demostrando que son un pueblo vivo y en pie de lucha! Esto lo pude constatar en las situaciones más difíciles, como las que sufren los miles de refugiados en Suruc o aquellos que habiendo regresado a Kobane están haciendo esfuerzos sobrehumanos para reconstruir la ciudad.

Ya dentro de Kobane -destruida en un 85% de su superficie- estos intrépidos pobladores me insistieron una y mil veces que necesitaban, como el agua, la apertura de un “corredor humanitario” que les permitiera recibir víveres, medicamentos, materiales de construcción y otros insumos. ¡El estado turco, demostrando de qué lado del mostrador se ubica, mantiene un bloque durísimo que impide el transporte de cualquier tipo de suministros!

Con esta misma firmeza los milicianos y milicianas de YPG e YPJ que entrevisté en uno de los frentes de batalla, me pidieron que mantengamos viva la solidaridad internacional, porque aunque no cuenten con mejores armas que los fascistas, tienen, al menos por ahora, la herramienta más poderosa de todas: el apoyo de millones a lo largo y a lo ancho del planeta.

Esta solidaridad internacional, sumada un heroísmo prodigioso, les ha permitido recuperar la ciudad y los alrededores de Kobane, transformándola en el “Stalingrado del Siglo XXI”, además de seguir empujando al ejército del Estado Islámico hacia el Este y el Oeste, intentando unir los tres cantones que constituyen la región de Rojava.

Estas tres semanas que viví junto a mis compañeros del Movimiento Revolucionario Socialista de Brasil, en Amed, Mardin, Midyad, Suruc, Urfa, Kobane y el frente de batalla me sirvieron mucho para sacar conclusiones, precisar caracterizaciones, hacer contactos y recoger informaciones que ayudarán a fortalecer la organización de las tareas de apoyo al pueblo kurdo.

Pero también, y fundamentalmente, constituyeron un antes y un después en mi vida militante, que ya lleva más de 41 años. ¡Pude constatar, en vivo y en directo, la existencia de un proceso revolucionario, que de consolidarse y extenderse hacia otras regiones del Medio Oriente puede llegar a transformar el futuro de toda la humanidad… lo que no es poca cosa!  

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