martes, 23 de diciembre de 2014

Los acuerdos contrarrevolucionarios entre Obama y los hermanos Castro

El presidente Barack Obama acaba de anunciar un cambio significativo en la política de Washington hacia Cuba, proponiendo entre otras medidas la normalización diplomática a través del intercambio de embajadores:

"Hoy anuncio el fin de una política hacia Cuba que es obsoleta y ha fracasado durante décadas… Es tiempo de levar las anclas del pasado porque es necesario alcanzar un futuro mejor para nuestros intereses nacionales, para las personas que viven en Estados Unidos y para el pueblo cubano".

A su vez dijo que sacarían a Cuba de la lista de países “promotores del terrorismo”, una rémora de la era Bush que impide determinados avance en las relaciones políticas o económicas y la apertura de una embajada en la isla, ya que hasta hoy solo existe una “Oficina de Intereses”. 

Horas antes del discurso presidencial se había producido el hecho más significativo desde que Raúl Castro y Obama se dieran la mano en el funeral de Mandela: Cuba liberó a Alan Gross, detenido por espionaje desde hace 5 años y la Casa Blanca a 3 cubanos que permanecían encarcelados desde 1998.

Las negociaciones, que habían comenzado en junio de 2013 en Canadá y dieron un salto gracias al respaldo del Papa Francisco, despertaron el júbilo de los presidentes del Mercosur, como Maduro que calificó la decisión como una “rectificación histórica de EE.UU.” y “el gesto más importante de Obama”.

Debido a esto Cuba participará en la Cumbre de las Américas -abril de 2015 en Panamá- donde estarán Raúl Castro y Obama. En estos cónclaves, celebrados cada tres años, solo venían concurriendo los 34 países miembros de la OEA, de donde Cuba fue expulsada en 1962.

Para los defensores del Castrismo esto es un gran triunfo del “socialismo”, mientras que para organizaciones de izquierda críticas -la mayoría trotskistas- lo resuelto significará la profundización de las políticas restauracionistas llevadas adelante por el Partido Comunista de Cuba desde hace años.

Desde CS no dejamos de alegrarnos debido a la liberación de los cubanos injustamente presos en las cárceles del imperialismo yanqui. Sin embargo, opinamos que el acuerdo no tiene nada de progresivo, tanto desde el punto de vista económico como -principalmente- en sus aspectos más políticos.

El capitalismo goza de buena salud en Cuba

De aquí en más se profundizará el dominio de las empresas monopólicas en la isla, que hace rato cayó en las garras del capitalismo, ya que dejó de existir el monopolio estatal del comercio exterior y la planificación económica centralizada.

En ese contexto lo determinante para que Obama haya flexibilizado su política, retrocediendo parcialmente con las agresiones y enfrentando a la burguesía cubana en el exilio, fue el cambio de la naturaleza de clase del Estado Cubano.

Para una parte de los gusanos de Miami los anuncios constituyen un golpe, aunque “Dentro de buena parte de la comunidad emigrada hay una normalización en curso desde hace muchos años: Envían remesas, viajan a la isla, buscan negocios en la isla.” (Deutsche Welle, diario alemán del 19/12)

Lo mismo que para muchos empresarios yanquis, quienes venían presionando a Obama para levantar el bloqueo luego de comprobar que cada vez eran más países los que invertían en Cuba aprovechando las nuevas oportunidades que ofrece el gobierno de Raúl Castro para las inversiones extranjeras.

Estos burgueses se le reclaman a su presidente por no poder competir con otros países europeos y asiáticos a pesar de contar con la ventaja de su cercanía geográfica. ¡Mientras tanto las acciones de las empresas con inversiones en Cuba se han disparado tras los anuncio de Obama y Castro!

En total sintonía con la mayoría de los monopolios yanquis, el presidente de la Cámara de Comercio de ese país -Thomas Donohue- quien recientemente visitó la isla, dijo que “la comunidad empresarial de EE.UU. le daba la bienvenida al anuncio de hoy”.

Tres días antes el New York Times -que debía estar al tanto de todo- explicaba que: “El presidente Obama podría ayudar a expandir el papel de la creciente clase empresarial en Cuba, flexibilizando sanciones mediante pasos que puede tomar unilateralmente la rama ejecutiva.”

El New York Times del 18 de diciembre decía que era necesario continuar el curso iniciado a través del “acuerdo de reforma de las sanciones del año 2000”… que “permitía la venta de productos agrícolas no procesados, triangulando las operaciones comerciales con terceros países, principalmente europeos”.

Según cifras de este mismo diario: “Los Estados Unidos exportaron durante el año 2013 359 millones de dólares en mercaderías hacia Cuba” que durante 2008 habían llegado a un tope de 711 millones”, todo esto de acuerdo a las estadísticas oficiales del gobierno yanqui. 

De acá en más el “Turismo en la Habana podría pasar de un total de un millón de visitas anuales a 4 millones…” y “habrá posibilidades de realizar negocios con las reservas de níquel y la biotecnología cubana relacionada a los medicamentos…” (Washington Post del 18/12/14)

Sin embargo esta perspectiva no implica ningún cambio de fondo, tal como lo expresa el propio New York Times del 17/12: “La apertura ha sido vista por el sector empresarial como una continuidad de lo que venía sucediendo, una realidad que posicionó a los EE.UU. como el cuarto exportador de Cuba detrás de China, España y Brasil”.

Elementos de prueba contundentes *

Existen muchos datos que ratifican el curso capitalista de la economía cubana, por ejemplo la “Ley de Inversiones Extranjeras” de 1995, que creó "empresas mixtas", administradas por el capital extranjero, las cuales comenzaron con el turismo y después se ampliaron productos farmacéuticos y petróleo.

También se eliminó, en los hechos, el monopolio estatal del comercio exterior, ya que las empresas estatales y las mixtas están en condiciones de negociar libremente sus exportaciones e importaciones. En ese marco y también en los hechos, el dólar se transformó en la moneda efectiva de Cuba.

Se privatizó la producción y comercialización de caña de azúcar mediante las "unidades básicas de producción cooperativa" -80% del área cultivada- cuyos miembros no tienen la propiedad jurídica de la tierra pero sí la capacidad de repartirse las ganancias. En 1994, comenzaron a funcionar los "mercados agropecuarios libres" con precios determinados por el mercado.

A partir de estas medidas la economía cubana dejó de funcionar alrededor de la planificación económica estatal y pasó hacerlo -aunque de modo distorsionado y contradictoria con el “relato” oficial- alrededor de las leyes de la ganancia y del mercado.

Numerosas empresas extranjeras, especialmente españolas, italianas y canadienses tienen a la cúpula castrista como socia de sus negocios, que les garantiza una alta tasa de rentabilidad. Los funcionarios, a su vez, se enriquecen junto a ellas a través de su participación en las empresas estatales y mixtas.

La aprobación, este año -por parte Asamblea Nacional de Cuba- de una legislación que libera el ingreso de capitales extranjeros, dándole enormes facilidades impositivas y garantías legales, confirma esta caracterización. Entre las ventajas ofrecidas por la nueva legislación, están las siguientes:

Se exime a las compañías extranjeras del impuesto sobre utilidades durante ocho años. Después comenzarán a pagar una tasa de 15 %, pero serán liberadas de ese pago si reinvierten sus ganancias en la Isla.

La ley garantiza “la plena protección y seguridad al inversionista, el cual no podrá ser expropiado, salvo por motivos de utilidad pública o interés social”. En este último caso, mediante una indemnización.

Es decir, se trata claramente de una legislación que sólo puede encuadrarse en un sistema capitalista. Junto con esto, el gobierno de Raúl Castro está abriendo una enorme “zona franca” en el puerto de Mariel.

Este puerto, financiado por el gobierno brasileño, es modernísimo y puede abrigar navíos de gran calado. Costó 1.000 millones de dólares y es parte de la apuesta cubana de ser parte de la ruta del comercio Asia-EEUU.

Como la otra cara de este plan, continúa desarrollándose un proceso de deterioro de las conquistas de la revolución en la salud, educación, empleo, libreta de suministros, como así también el despido de cientos de miles de empleados estatales, condenados a sobrevivir como cuentapropistas. Los salarios promedios son de 18 dólares…

*Datos obtenidos del estudio realizado por la Liga Internacional de los Trabajadores, Lit/CI)

Un acuerdo más político que económico

Más allá de que los acuerdos garantizará una vuelta de tuerca en el proceso de recolonización, tienen un carácter político que se enmarca en la actual situación mundial, signada por el avance de grandes luchas, algunas de los cuales están desarrollándose en el “patio trasero” del imperialismo.

Luego de las protestas de Ferguson la radicalización de las masas ingresó al territorio yanqui, que se está poniendo a tono con lo que sucede en el resto del mundo, donde se están desarrollando dos focos insurreccionales que amenazan con propagar la revolución dentro de regiones estratégicas para los intereses imperiales.

Estos puntos de referencia son, por un lado la pelea que están llevando adelante los/as mexicanos/as contra el gobierno de Peña Nieto y, por el otro, el combate durísimo de las milicias de hombres y mujeres del Kurdistán que están haciendo retroceder a las bandas fascistas del ISIS, armadas por los yanquis y el régimen turco.

La derrota militar del ejército estadounidense en Irak sumada a la crisis económica mundial inédita que explotó con debacle del Lehman Brothers y a la falta de aliados de peso para traicionar las revoluciones, puso al imperialismo en una situación defensiva, que Obama y los suyos están tratando de resolver.

La caída de la burocracia estalinista producida en los años 90 debilitó al Frente Contrarrevolucionario que, durante años les permitió a los imperialistas frenar y desviar grandes insurrecciones e incluso revoluciones triunfantes.

Mientras arman las bandas fascistas para aplastar a las luchas y los luchadores -como el ISIS, los “narcos” mexicanos y los nazis ucranianos- los estadounidenses recurren al auxilio de burócratas de menor talla que los viejos comunistas, pero capaces todavía de influenciar a ciertos sectores de la vanguardia.

Por todo esto desde hace un tiempo la administración Obama viene cerrando pactos contrarrevolucionarios con dos sectores claves para dos regiones fundamentales del mundo -América Latina y Medio Oriente- como son los burócratas castristas y la burguesía chiíta que conduce el estado islámico de Irán:

“Aún fresca su victoria en la reelección de 2012, el presidente Barack Obama convocó a sus principales asesores y les pidió que “pensaran en grande” sobre una agenda para su segundo mandato, incluyendo allí las posibilidades de apertura de conversaciones con viejos enemigos de Estados Unidos, como Irán y Cuba.”

“Dos años más tarde, después de una diplomacia secreta y minuciosa en pistas separadas, aunque sorprendentemente similares, los esfuerzos con Teherán y La Habana están en pleno apogeo.” (Clarín 21/12/14).

Cuba e Irán, pactos de la misma calaña

Los iraníes, que están negociando con los yanquis un acuerdo nuclear, están actuando de manera parecida a los hermanos Castro, abriéndoles su economía al ingreso de capitales imperialistas.

Tal es así que les han facilitado la construcción de decenas “zonas francas”, a través de las cuales los monopolios internacionales podrán saquear los recursos sin ningún tipo de controles y liberados del pago de gran cantidad de impuestos. 

EE.UU. retribuyó estas concesiones cediéndole al a la burguesía chiíta la conducción, en los hechos, del gobierno de Irak, donde los generales iraníes están prácticamente al frente de las tropas iraquíes que combate contra el Estado Islámico.

Obama, que envió a Irán y a Cuba a sus negociadores de mayor confianza, es consciente de que los focos revolucionarios más peligrosos están desarrollándose en esas regiones, razón por la cual construye estas alianzas contrarrevolucionarias destinadas a combatir las Autodefensas y Asambleas Populares de México y Kurdistán.

Desde nuestro partido defenderemos a Cuba -como a Irak y a otros países coloniales- de cualquier ataque perpetrado por los Estados Unidos u otros imperialismos, pero nunca en nombre de la defensa del carácter “socialista” o “antiimperialista” de estos estados y, mucho menos de sus direcciones contrarrevolucionarias. 

Mientras luchamos por verdaderas revoluciones que expropien a la burguesía y construyan el Socialismo en Cuba, Irán y el resto del mundo -asentadas en los organismos democráticos de la clase trabajadora y el pueblo- combatiremos implacablemente a sus respectivos gobiernos.

Lo más importante para los revolucionarios pasa por apoyar a las masas insurrectas de México y Kurdistán, ya que si triunfan constituirá una victoria de los trabajadores y los pueblos que luchan contra los planes de Ajuste, Saqueo y Represión dictados por el imperialismo.

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