El gobierno federal cumplió sus amenazas al detener y
encarcelar a José Manuel Mireles y a 80 de sus
compañeros autodefensas. Lo hizo justo cuando se aprestaban a tomar
el puerto de Lázaro Cárdenas, bastión de los delincuentes del cartel de
los Caballeros Templarios y eje estratégico para la exportación del
hierro y otros minerales que el crimen organizado se roba, desde
hace años y con total impunidad, para venderlos a China.
El robo de minerales ocurre a través del despojo a las
comunidades de los estados de Michoacán, Jalisco y Colima y le dio ganancias
mal habidas a los templarios del orden de 1000 millones de dólares en
cinco años.
No es casualidad que el “comisionado” Alfredo
Castillo, procónsul de Peña Nieto en Michoacán, les marcara el alto a Mireles y
a sus compañeros: ¡Justamente cuando las Autodefensas Michoacanas estaban por
asestarle un golpe de muerte al imperio económico templario, la burguesía
mexicana puso el grito en el cielo!
Algunas de las mentes más lúcidas de México han
denunciado la “sociedad de ayuda mutua”
que establecen, de manera natural, el crimen
organizado y la burguesía mexicana: la narcoviolencia le sirve al capitalismo
por que despeja el camino a las transnacionales mineras al aterrorizar a la
población, obligándola a desplazarse y a abandonar los territorios apetecidos,
ricos en mineral.
Al mismo tiempo, con el manído cuento del
“combate al narcotráfico” el Estado de los capitalistas justifica la
militarización del territorio nacional que tanto atemoriza al pueblo
para que se ejerza, sin ningún miramiento, la represión más
brutal en contra de los pueblos indígenas, contra el EZLN, en contra
de los trabajadores, los maestros de la
CNTE , los pobres y sus líderes.
¡El crimen organizado y el gobierno de México son familia!
¡Son una sola y la misma cosa! Además, la inseguridad y el dominio de los
delincuentes continúan en vastas regiones del país, donde las autoridades son
incompetentes para enfrentar a los criminales o son sus cómplices.
Apenas el 30 de junio el diario Reforma consideró
como su noticia más importante la formación en Tlalnepantla (prácticamente
dentro de la ciudad de México), de un grupo de autodefensa que cuenta con el
apoyo de más de 600 vecinos.
La organización armada de la población continúa y el
apresamiento de Mireles, el mantenimiento en prisión de la comandante de la
policía comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora Salgado, y de otros
autodefensas y comunitarios es la respuesta del gobierno para detener la acción
independiente del pueblo.
El gobierno de Peña Nieto aborrece a las Policías
Comunitarias de los Pueblos Indígenas y Autodefensas que han surgido
en la mayor parte del territorio nacional. Ya pronto no le alcanzarán las mazmorras para encerrar a los
hombres y mujeres valientes y dignos que se atreven a enfrentar la ignominia y
los abusos de un narcogobierno vendepatrias.
Ayer Nestora Salgado y sus compañeros de la Policía
Comunitaria del Estado de Guerrero fueron encarcelados. Hoy están en la cárcel
José Manuel Mireles Valverde y sus compañeros Autodefensas de Michoacán.
Es
deber de todos defender a estos mexicanos y mexicanas rebeldes y nobles. No
debemos permitir que el gobierno siga ensañándose en contra del pueblo y sus
líderes. Es por ello que convocamos a unificarnos por la libertad inmediata e incondicional de José Manuel Mireles, Nestora Salgado y todos sus compañeros presos políticos.
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